miércoles, 4 de marzo de 2015

La Rivalidad entre hermanos...


Uno de los temas que abordamos con cierta particularidad en la Formación de Renacedores Cuánticos de Educrein, es lo referente a la Rivalidad Fraterna. La hermandad es uno de los más grandes y hermosos regalos de la vida. La llegada de un hermano o hermana debería ser una bendición y no un motivo de crisis, celos o disputas. Sin embargo es lo que suele ocurrir. La solidaridad entre hermanos se despliega en la medida en que los progenitores son capaces de incluir dentro del mismo espacio de amor, contención afectiva, mirada y compromiso emocional a todos los hijos e hijas por igual.


La causa por excelencia que subyace tras las peleas y la rivalidad entre hermanos es la carencia de afecto, tiempo y compromiso emocional que prodigan los progenitores, sin importar el número de hijos de que se trate. Si queremos que se instale la hermandad generosa y solidaria entre nuestros hijos, revisemos con qué recursos emocionales contamos para prodigar amor y cuidados en abundancia.
Desde nuestras propias carencias e inmadurez, a menudo caemos en el error de hacer que los hijos respondan a nuestras expectativas manifestando preferencias sobre aquel que se comporta como esperamos, o hace lo que queremos, cuando lo queremos y como nos gustaría. Así creamos la necesidad de pelear entre los hermanos, para ser reconocidos y no ser excluidos del circuito de amor de los padres.
Otra cosa muy común que genera distanciamiento entre hermanos son las tan lesivas etiquetas que usan los padres para rotularlos. Los hijos aprenden que así son mirados o nombrados (el niño terrible, la niña obediente, la oveja negra, el responsable, el flojo, el buen estudiante, el sociable, el tímido etc…). De ese modo empujamos a los hijos a convertirse en personajes alejados de su real esencia, de su sí mismo,  y el de sus hermanos.
Cuando entre hermanos hay que competir por la escasa mirada, nutrición afectiva o disposición emocional de los padres, la rivalidad se instalará, con lo cual el vínculo se deteriorará desde la infancia y a lo largo de la vida.
Si las necesidades básicas, sobre todo afectivas, de cada hijo y de cada hija son plenamente satisfechas, si cada ser esencial de nuestros hijos es reconocido y es respetado, el terreno quedará abonado para que se cultive la intimidad, la solidaridad y el amor entre hermanos, desde pequeños y para el resto de sus vidas.

2 comentarios:

  1. Cuando los hermanos son muchos, los padres tienden a desatenderlos y dejar estas obligaciones en manos de los hermanos mayores, los cuales terminan ejerciendo un doble rol, "hermanos-padres".,sobre todo en lo relacionado al cuidado de los hermanos menores.

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  2. Es muy difícil que los padres que han procreado una gran cantidad de hijos,no dejen en manos de los mayores, el cuidado de los menores, pues se ve, como una "ayuda", sin embargo se corre el riesgo de ver estas "ayudas",como "obligaciones" e allí cuando surgen las alteraciones del orden sistemico.

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